Resumen
El viaje de los cuerpos celestes recoge las aventuras que el anciano
monje Gayarre, fraile profeso del monasterio de Leyre (Navarra), dicta a un joven novicio y experto escribano que le ha sido encomendado para su custodia.
La acción se inicia en el año 1619, cuando el aspirante a religioso acepta el encargo de reproducir las memorias de Gayarre, cuyas hazañas se remontan a los tiempos en los que fue soldado en los invencibles Tercios de Flandes.
Mientras las guerras de religión enfrentan a católicos y protestantes, en Roma se acaban de descubrir unas catacumbas desconocidas, donde aparecen los restos de numerosos mártires, víctimas de las persecuciones de los emperadores paganos. El Papa Gregorio XIII decide enviar las reliquias de los santos a ciudades y conventos de centro Europa, que han permanecido fieles al catolicismo. Así, el llamado proyecto de los ?Cuerpos Celestes? contribuiría a reforzar la fe de los sectores afines al Santo Padre y a frenar el avance de los rebeldes luteranos. Sobre estos hechos de fondo histórico,
Javier González (Madrid,1958) articula una trama ficticia en torno a los supuestos avatares de la expedición que, a través de Suiza, Alemania y los Países Bajos, se encargaría de distribuir los restos de los santos en los lugares señalados. Según su propio testimonio, el entonces sargento Gayarre formaba parte de la escolta de veteranos de los Tercios y de Guardias Suizos encargados de proteger la caravana de posibles ataques enemigos. En largas sesiones celebradas en los alrededores del convento, el fraile recordaba ante su amanuense, las peripecias del viaje a través de sierras escarpadas, tormentas de nieve y asaltos de bandidos y luteranos que, sin embargo, no lograron impedir la entrega de las reliquias a sus devotos receptores. Los acontecimientos, narrados en forma dialogada y el estilo coloquial del español del s. XVI derivan hacia una vertiente de mal gusto que alterna los detalles irreverentes con el tono burlesco dedicado a ridiculizar el culto a los mártires y el cinismo de clérigos y monjas que los promueven. Tanto a los sacerdotes como a las religiosas y a la jerarquía de la Iglesia, incluido el Papa, se les atribuyen conductas viciosas que, descritas en clave de humor irónico, transmiten una visión negativa de los contenidos y alcance de los valores cristianos.
