Resumen
El protagonista de
Cada día es del ladrón es un médico nigeriano que vive y trabaja en Nueva York y regresa a su país después de 15 años. Relata en primera persona los preparativos del viaje, con la ilusión de volver a los lugares que recuerda y de encontrarse con familiares y ami-gos. Y su desencanto al llegar a Lagos, una ciudad con un tráfico caóti-co, en la que la electricidad falla cada noche, y donde los adelantos técnicos se ven obstaculizados por la desidia de quienes deberían traba-jar para que funcionen. De un modo desenfadado plantea un tema de gran calado y tan antiguo como el hombre: la corrupción. Pero el lector de nuestros días, cansado de escándalos financieros y tramas complejas de fraudes para enriquecerse, va a seguir con interés y a veces hasta con simpatía los pequeños sobornos y peticiones de dinero que irá al bolsi-llo del policía o del empleado, y que es necesario pagar si se quiere ese servicio. Sin embargo, quien nos describe Nigeria es un nigeriano y toda la narración está empapada del cariño a su tierra natal. Detalla los problemas y carencias sin dureza ni amargura: no es una crítica mor-daz sino un cuaderno de viaje, un relato tamizado por el deseo de que esas condiciones mejoren, y en el que no falta la esperanza. ?Cada vez que vuelvo a Lagos y me convenzo de que he entrado sin percatarme en una región infernal, surge algo que me da esperanzas. Una lectora, una or-questa, la amistad de unos pocos que nadan con fuerza contracorriente.?
Publicada en Nigeria en 2007 y ahora en nuestro país, ?Cada día es del ladrón? es una novela corta escrita con una prosa ágil, frases breves y capítulos también breves. El autor, como buen fotógrafo, sabe hacer un retrato de las personas, lugares y ambientes. Escribe con realismo, fuerza expresiva y descripciones vivas que nos transmiten tanto el calor húmedo de las noches en que cuesta dormir como la rabia ante la injusti-cia, la tristeza ante las lacras sociales o la dulzura de los encuentros familiares, la amistad y los sentimientos. Emplea un tono burlón al hablar de las numerosas Iglesias que surgen de su país e incluye en al-guna ocasión comportamientos poco morales que requieren cierta madurez en el lector. Aunque no se trata de una autobiografía, la vida del au-tor,
Teju Cole, tiene un gran parecido con la del protagonista. Nació en Michigan (EEUU), en 1975, de padres nigerianos emigrados a este país. Pasó sus primeros años en Nigeria y sin haber cumplido 18 volvió a Nor-teamérica, donde hizo su carrera universitaria en Michigan y se doctoró en Nueva York. Ahora reside en Brooklyn.
