Resumen
Gracias a una máquina del tiempo manipulada junto a un amigo, un mandarín del siglo X se traslada al XX para recoger y trasmitir a sus contemporáneos las experiencias del mundo futuro. Los cálculos fueron correctos en relación con el tiempo pero fallaron respecto al espacio, ya que, en vez de en Pekín, el protagonista aparece en Munich. A través de cartas enviadas desde el futuro, el mandarín aventurero muestra su extrañeza ante unos seres de bárbaras costumbres, que se agolpan en torno a calles malolientes surcadas por máquinas infernales que despiden espantosos rugidos.
El protagonista describe, a modo de minucioso diario, los sucesos que contempla, en especial los que, para su mentalidad y cultura, resultan más desconcertantes. El lenguaje de las cartas corresponde al estilo propio de un destacado miembro de la nobleza imperial china de su siglo. El autor consigue un acertado tono de humor para exponer las peculiaridades y contradicciones en las que se incurre hoy de modo inconsciente, tales como la brusquedad, la violencia, la prisa y el egoísmo, que hacen la vida angustiosa y desagradable. La crítica se extiende a la promiscuidad en las relaciones amorosas y la falta de coherencia entre los principios religiosos del cristianismo y su aplicación a la vida real. La repetición de escenas de espectáculos procaces, aunque aparecen expuestas con ironía y cierta distancia, acaban por crear un clima de ligereza que altera el buen gusto predominante en la mayor parte del relato.
El autor (1934) nació en Bolzano (Italia) y fue juez en Munich.
