Resumen
Fascinado e intimidado a partes iguales por los lugares remotos, José Ovejero emprendió a principios de los años 90 un itnerario personal por China. Un viaje que aguardaba muchos descubrimientos, no pocas aprensiones y las angustias que los exploradores intrépidos suelen silenciar. Con una franqueza inusual, así como «la capacidad literaria para reconstruir un mundo exótico y para transmitirlo con gran amenidad», según establecía el fallo de jurado, le ha valido el Premio Grandes Viajeros de 1998.