Resumen
En esta undécima entrega de su diario, Greg mantiene el propósito de vivir a su aire, sin que eso le produzca demasiadas complicaciones escolares y familiares. Su madre opina que debe dedicar menos tiempo al ordenador y a la consola de juegos, mientras que él prefiere exactamente lo contrario. La celebración de Halloween le proporciona más problemas que golosinas y sus intentos de formar parte de la banda de música del colegio, que no responden a motivaciones musicales sino a intereses que Greg no quiere divulgar, resultan un fracaso. A pesar de todo, persiste en su empeño de pasarlo lo mejor posible con el mínimo esfuerzo, a base de elaborar muy bien sus planes y de contar con la ayuda, no siempre eficaz, de su leal amigo Rowley. El autor refleja con ironía el carácter de un preadolescente reflexivo e inteligente, más dado a hacer lo que le gusta que a estudiar y cumplir sus obligaciones de ayudar en casa. Las anotaciones de su diario se refieren a la forma en que unas veces consigue salirse con la suya, de manera total o parcial, mientras que en otras se lo impide la presión de los profesores o de sus padres. En esta ocasión su madre desempeña el papel más destacado en la acción, mientras la figura paterna permanece en segundo plano. Es ella quien logra con habilidad hacerle cumplir la disciplina sin caer en el autoritarismo y consigue mantener la imaginación desbordada y algo absurda de su hijo dentro de límites razonables. La pugna entre ambos resulta divertida para el lector a través de las agudas reflexiones de Greg al respecto. La combinación de texto narrativo e ilustraciones tipo cómic, subraya la intención humorística del autor y facilita su difusión entre un público poco aficionado a la lectura.
