Resumen
Murasaki Shikibu, probablemente nacida en la década de 970 y fallecida a comienzos del siglo XI, fue, además de una dama de ilustre familia que formaba parte de la corte imperial japonesa, una escritora muy conocida por su obra titulada
La Historia de Genji. En ella se refleja el ambiente reinante en torno al emperador, las intrigas de los cortesanos y las artimañas de las diversas esposas y concubinas para colocar en el primer lugar de la línea sucesoria a sus respectivos hijos. En este Diario de la dama Murasaki que ahora se publica por primera vez en España, la temática es bastante similar a la de la obra antes citada, aunque mucho más reducida en extensión. Los fragmentos que de sus entradas se han conservado se refieren sobre todo a la descripción de las ceremonias y celebraciones que tuvieron lugar con motivo del nacimiento del príncipe Ichijo, único hijo del emperador reinante y su inmediato sucesor.
La obra va precedida de un amplio estudio introductorio firmado por Carlos Rubio, que resulta muy adecuado para situar la época y lugar donde suceden los hechos a los que se refiere la autora. Además se incluyen planos del palacio imperial de Heian, actual Kyoto, y del perteneciente al padre de la emperatriz, madre del recién nacido, donde se produjo el alumbramiento, así como esquemas genealógicos de la familia imperial y de la poderosa estirpe de los Fujiwara, a una de cuyas ramas secundarias perteneció la dama Murasaki. Todo este apoyo documental y crítico, al igual que las abundantes notas a pie de página, está cuidadosamente elaborado para orientar al lector respecto al texto, ya milenario que se ofrece a su consideración. En sí mismo, este diario resulta atractivo por lo inteligente de su enfoque narrativo y la elegancia de su forma estilística. Las descripciones del vestuario, masculino y femenino, constituyen verdaderos cuadros pintados con palabras escritas y el desarrollo de los actos a los que asiste la autora revela un protocolo sumamente refinado. A ese marco ambiental, corresponden unos diálogos muy sutiles, a través de los cuales es posible apreciar que entre tanto lujo, las damas de la corte también estaban sometidas a ciertas incomodidades a las que se alude con tanta discreción como inequívoco realismo. La religiosidad budista y la influencia de la cultura china quedan patentes también en los mismos términos, para completar el perfil sociocultural del entorno en que vivió la autora.
