Resumen
El escultor de su alma es una creación grande y profundamente humana; en esta cualidad se halla el secreto de su fuerza dramática y su poder de fascinación sobre los públicos que ha de ir aumentando según transcurra el tiempo y el drama sea más conocido y se divulgue. Entre las cuatro figuras que intervienen en la acción y que han de tomarse como símbolos y no como figuras de carne y hueso (en cuyo último caso algunas escenas, de las más bellas ciertamente, no tienen explicación) sobresale la del protagonista Pedro Mártir en quien Ganivet quiso encarnar el hombre natural. El 1.º de Marzo de 1899 se estrenó en el teatro de Isabel la Católica de Granada, un drama místico. El público, deslumbrado por la brillantez y armonía de una versificación sonora y rotunda, hermana gemela de la que subyuga en las obras de Calderón y Lope, fascinado por la sublimidad de los conceptos que surgían de boca de los actores, cayendo sobre la sala como manantial inagotable de belleza que hería la imaginación y sacudía fuertemente el espíritu, quedó cautivo del poeta desde el principio del drama, y tributó a la obra y al autor una ovación tan entusiasta como no se ha oído otra en el coliseo granadino.