Resumen
En los años cincuenta, una joven de un pueblo sevillano se instala en Barcelona junto con su padre y una hermana, y empieza a trabajar al servicio de una mujer y sus dos hijas, que se ganan la vida robando joyas y prostituyéndose. La chica hace de recadera, llevando las alhajas al comprador, un anarquista que se dice relojero, y acaba enamorándose de él. Pero todas malviven, tanto material como moralmente.
Esta segunda novela de su autora (Barcelona, 1965) intenta un realismo localista a base de unos personajes miserables y zafios, acosados por el engaño, el temor y una gran soledad interior. Pero nada de esto se expresa con calidad literaria: todo es ampuloso, extravagante y grosero, y cansa mucho por la reiteración y la expresividad forzada. No hay sentimientos, sino instintos. La mezcolanza de religiosidad (que no religión), superstición e ignorancia es muy desorientadora. Hay anacronismos. La alternancia de recuerdos y del presente de la trama no alivia nada la escasa agilidad del estilo, que intenta ser vivaz mediante diálogos pobres. El texto, cargado de alusiones procaces, contiene un par de descripciones sexuales obscenas.
