Resumen
Como prácticamente ningún otro artista supo convertir su vida y su obra en una unidad. Su marca artística de identidad es la línea, formalmente reducida a lo sustancial, que se extiende de forma muy variada, dentro de la limitación que exige la superficie del cuadro y teniendo en cuenta las proporciones. Y siempre es una línea continua, guiada por el principio del azar, que se convierte en un contorno, en una figura y, por último, en un símbolo. En la mayoría de los casos, al observador le basta una breve mirada para registrar lo visible y lo comprensible en sus obras. La especial fascinación del arte de Haring reside, sin embargo, en su capacidad de combinar un estilo muy gráfico con una gran fantasía. Sus figuras y formas están sometidas a cambios continuos y nuevas creaciones, y ponen aprueba de modo permanente sus cualidades como dibujante, pintor y escultor. Dentro de su obra se produce un perfeccionamiento estilístico continuo. Su búsqueda de retos siempre nuevos está acompañada por la experimentación con soportes cambiantes: ya sea sobre muros, prendas de vestir, automóviles o aeronaves, y mucho más sobre papel, lienzo, ramio o vinilo, Haring convence siempre por la perfección de sus trabajos. Tanto si se trata de proyectos formales como de decoraciones espontáneas de muros, sus dibujos nunca se basan ni en bocetos ni en estudios. No se aprecian ni fallos ni correcciones, ni asimetrías proporcionales. Su creación artística se caracteriza por ser espontánea y definitiva.