Éric Valli ha convertido el Himalaya en algo más que su segundo hogar. Durante los últimos veinte años ha recorrido sus abruptos y angostos senderos, ha explorado sus solitarios y altos valles y ha atravesado sus puertos de montaña a más de 5.000 metros de altitud para visitar pequeñas comunidades instaladas en parajes poco menos que inaccesibles. Viajero infatigable, Éric Valli ha llegado a conocer esos misteriosos parajes como la palma de su mano y ha descubierto esquivas comunidades humanas que han permanecido ocultas a los ojos de los forasteros durante siglos. Llevado de su deseo y su pasión por los retos que le planteaba esta extensa región geográfica, aprendió las lenguas de sus moradores y estableció relaciones con ellos. Por eso, sus bellas imágenes rezuman autenticidad.