Resumen
El dragón del mar de caramelo: la ofrenda de un rey al dragón hace que en Plurimiregia esté vacante siempre este puesto hasta que Billy acepta el trabajo. El dragón y la mantícora: aunque es rey, a Leonardo la lectura de un libro prohibido le traerá más de un susto. El dragón domesticado: domesticar un dragón no es suficiente, hay que ser astuto con un alcalde avaricioso. El dragón de fuego: si hay un dragón de por medio, hasta un porquero puede casarse con una princesa. El dragón morado: que en Rotundia las cosas sean al revés se debe a un giro de rotación invertido; sólo la hazaña para rescatar a la princesa del dragón trastocó el orden anterior. El dragón de hielo: no le conviene a un dragón del Polo Norte acercarse a una hoguera. La isla de los nueve remolinos: la astucia y el cálculo pueden romper un encantamiento. Edmundo y el basilisco: no hay manera de que los mayores crean a los pequeños, aunque éstos hayan salvado a toda una ciudad de un dragón. La invasión de dragones: sólo con el cambio climatológico se puede acabar con una plaga de dragones. El último dragón: nos hemos empeñado en que los dragones son terribles, cuando en realidad lo único que necesitan es un poco de cariño.