Resumen
Dos palabras, a mi entender, resumen la actitud creadora y vital de Andrés Sánchez Robayna: fidelidad y respeto; fidelidad a la diversa y compleja arquitectura del mundo físico; respeto por su viva presencia, su insoslayable otredad.
La lectura de esta nueva selección de su obra poética nos recuerda, una vez más, que el asombro es una disciplina, y que el poema, si no quiere faltar a la verdad profunda del impulso creador, ha de concebirse como una educación de los sentidos, una afirmación y afinación de nuestro asombro ante el mundo.
Es la hora de que el lector se adentre en el “lugar ameno” de las páginas que siguen. Que son, debo subrayarlo, el testimonio encendido de una educación de los sentidos y la memoria, el fruto de un discurso vigoroso sobre el asombro y el anhelo de trascendencia; un discurso cuyo lenguaje, de singular despojamiento y belleza, sabe como pocos encarnar el mundo y nuestro paso por él.