Resumen
Estas páginas abren ante nosotros un mundo, el del mítico Julián Centeya, quien fuera llamado "el hombre gris de Buenos Aires": su primera infancia en Italia, sus recuerdos de tanito en Córdoba, y después la capital porteña de los años veinte, la de la Década Infame, la del peronismo... los universos de la marginación (con la quema y la villa miseria El Asilo Policial), del periodismo, del tango, del lunfardo... Lunfardo que Julián, el lector de Baudelaire, de Cendrars, de los surrealistas André Breton, Louis Aragón y Tristán Tzara, del Dante, de César Vallejo, elegirá como lengua de su poesía trayéndolo de su vida en la calle, en la madrugada, en los cafés mistongos y no -según aclara- por haberlo estudiado en tangos ni sainetes. Quién mejor que Norberto Galasso, el historiador y el biógrafo de Enrique Santos Discépolo, de San Martín, de Scalabrini Ortiz, de Arturo Jauretchel para presentarnos a Centeya y su tiempo.<