Resumen
Ninguna montaña española posee un carácter tan simbólico como el que atesora la Sierra de Guadarrama. Su paisaje y naturaleza le han dado a la capital madrileña un norte que no sólo es geográfico.Las influencias serranas se remontan al menos cinco siglos atrás en la cultura y la ciencia españolas. Durante gran parte del siglo XX su paisaje sirvió de inspiración a los movimientos intelectual, artístico y naturalista. Hoy su paisaje está en el ojo del huracán a causa de cuestiones tan decisivas como el urbanismo salvaje que lo acosa y la declaración de un parque nacional que se dilata demasiado.
Y paisaje es lo que atesora a espuertas el libro La Sierra de Guadarrama. Imagen de una montaña de Javier Sánchez . De la Angostura a Canencia y de la Venta de Santillana al Castillo de Manzanares, el paisaje serrano rezuma por todos los poros de sus páginas.
&171;Los paisajes poseen una capacidad civilizadora de retorno&187;, explica en el prólogo el profesor Eduardo Martínez de Pisón, geógrafo y enamorado del Guadarrama. Un vistazo a imágenes como las que ilustran esta página lo demuestran. Estamos ante una obra que es adecuada carta de presentación de uno de los mejores espacios naturales del Estado español. Y debe subrayarse aquí tal circunstancia, pues su singularidad y valía transciende la esencia localista madrileña, o castellana, para elevarse a la más alta representación natural española.
El Tribunal Constitucional acaba de fallar una resolución en la que ha hecho primar los intereses autonómicos, es decir, los estrictamente políticos, ante los naturales. Lo ha hecho al señalar que la gestión de los parques nacionales debe recaer en exclusiva sobre las comunidades autónomas, dejando de ser compartida con el Gobierno central, como era hasta ahora. Pues bien, este libro subraya el carácter opuesto a tal resolución que muestra el Guadarrama.
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