Resumen
Novela alegórica en la que, en un país pequeño, a partir del uno de enero de un año cualquiera, no muere nadie.Esta situación provoca primero alegría pero luego, colapsados los hospitales y las residencias geriátricas, y arruinados funerarias y tanatorios, todos buscan soluciones alternativas en otros países, donde las defunciones se siguen produciendo de modo normal.
La obra encierra una reflexión sobre el sentido de la vida y de la muerte como extremos de una balanza en equilibrio: si uno de ellos desaparece, el otro queda perplejo y desequilibrado. Sin embargo, tras sembrar la inquietud y destacar la paradoja, el autor elude el compromiso planteado y deja al lector frente a sus dudas e incógnitas. Con su duro estilo expresionista y su tono indoctrinador, Saramago se acerca al abismo de la contradicción: en los primeros capítulos lo angustioso es no morir;luego, lo angustioso es que la muerte avisa a sus presas de que van a serlo en una semana, generando la tensión de la espera. La inquietud que morir produce está bien literaturizada, aunque no de forma amena, lógicamente. Pero falta la respuesta, el enlace del tránsito entre vivir y morir, toda vez que nada se dice de otra vida tras la muerte. Una bonita narración, un tanto desconectada de las páginas precedentes, a modo de cuento góticorromántico, pone un punto final elusivo, que no cierra nada y es sólo un juego efectista, hábil pero falto de apoyos. Dado el tema que trata, evidencia Saramago su ironía hacia la Iglesia Católica, defensora de creencias sobre el Más Allá, y revela su absoluta falta de esperanza.