Resumen
Dijo una vez don Pedro Salinas que escribía poesía para explicarse su propia poesía. De igual forma, podemos entender que la mejor poética que pudiera escribir Martín López-Vega son sus poemas. Poeta juntamente de cancionero y libro. Poeta, pero también saludable, tenaz lector de poesía, y también inspirado traductor y regalador de poemas de otros. Así, la poesía de Martín López-Vega no necesita de prosaísmos intermediarios: se explica a sí misma, y nos explica nuestra propia vida, cifrada por ejemplo en el rítmico ritual del desayuno, que nos civiliza, o en el símbolo del viaje, que nos puebla la memoria de paisajes y nos revierte, fatalmente, hacia nosotros mismos. La poesía de Martín López-Vega se parece, en fin, a un mapa del mundo o a una fruta partida por la mitad. Y por eso leerla, decirla o escucharla es una rara forma de ser feliz.