Resumen
Muy pronto Maripuzzle demostró que hacía honor a su nombre pues de pequeñita se aficionó a convertir en puzzles todos los objetos que caían en sus manos: no quedaba uno sano. Por eso la llamaron Maripuzzle la destrozona. Los objetos de su casa estaban aterrorizados: al cepillo se le ponían los pelos de punta cuando se acercaba, al abrigo de visón, la piel de gallina. Había que hacer algo.<