Resumen
Marruecos se distingue por la calidez de sus gentes, el colorido de los paisajes, las antiguas y exóticas ciudades, la belleza cegadora de desierto o sus extensas playas. Este país, que durante siglo ha atraído a poetas, artistas, escritores y aventureros en busca de exotismo, representa para muchos el primer contacto con África y la cultura islámica. La experiencia puede resultar chocante por sus innumerables contrastes, paisajes abigarrados, aromas extraños y sensaciones irrepetibles. Si se persigue un viaje distinto, repleto de variedad y colorido, Marruecos cosntituye un estimulante y embriagador desafío para los sentidos.
Este territorio tiene infinitas experiencias que ofrecer, como una tradición arquitectónica increíblemente rica y una deslumbrante historia cultural. Al visitante le aguardan ciudades medievales, ruinas romanas, fortalezas bereberes y espléndidos monumentos islámicos. Las urbes presentan gran variedad de contraste; en las laberínticas medianas medievales de Marrakech, Fez y Meknés puede escucharse el sonido de un teléfono móvil o aparecer, en el fondo de uno de sus oscuros callejones, el letrero de un cibercafé. Las numerosas cordilleras del país son un foco de atracción para los montañeros, escaladores y los amantes de los deportes de aventura, tanto si buscan las cumbres nevadas del Alto Atlas en invierno como el semidesierto rocoso del jebel Sarhro.
Marruescos es un país inabarcables en un corto espacio de tiempo y con el mínimo esfuerzo. En ocasiones resulta una ardua tarea, pero la recompensa llega con la experiencia única de haber sido testigo de tal diversidad de culturas y paisajes. Hay que respirar hondo y sumergirse plenamente en la fascinante aventura de viajar.
