Resumen
Las páginas que siguen no son el fruto de frías especulaciones intelectuales o espirituales. Evola, en efecto, practicó durante las décadas veinte y treinta el alpinismo a un alto nivel. El hecho de que este volumen sea considerado un clásico dentro de la llamada literatura de montaña, es prueba suficiente de la autoridad del maestro también en este ámbito. Pero, obviamente, no todo queda aquí: Meditaciones de las cumbres es, por encima de magnífica literatura de montaña, un excelente antídoto contra, para emplear las mismas palabras que Evola, los demonios de la metrópoli que petrifican cualquier tipo de vida, ahogan cualquier respiración, y contaminan todas las fuentes. Ni rastro en las páginas que siguen, pues, de ecologismos lavaconciencias, amores a la naturaleza impregnados de banalidad humanista, o anestesiantes porquerías yanquis tipo New Age. Meditaciones de las cumbres conforma un haz de textos sin concesiones a lo ideológicamente correcto: hiperbóreo, difícil, profundo, duro, con aristas y donde la primacía de la acción —en el plano exterior— y la ascensión a la sobrehumanidad —en el plano interior— son más que evidentes, pues no en vano —dirá Evola— la montaña enseña el silencio, aparta de la cháchara, de las palabras inútiles, de las inútiles y exuberantes efusiones