Resumen
Cuando Agnès abandonó su casa en Benin y llegó a Barcelona, tenía dieciocho años y nunca había visto el perfil de una montaña. Tampoco sabía qué era una escalera mecánica, ni había entrado en unos grandes almacenes, pero traía consigo toda la sabiduría de su tierra, los cuentos que había escuchado de boca de su abuela, el respeto por lo que le resultaba diferente o extraño, y unas ganas inmensas de escuchar. Con este bagaje Agnès empezó a vivir su nueva vida de ciudadana europea hace 25 años, y ahora es una mujer feliz, integrada pero no vendida a nuestro código de valores, que refleja en unos gestos lentos y delicados su manera de ser y estar en el mundo. Al principio adaptarse no fue tarea fácil, y Agnès ha escrito este libro pensando en su dos hijos, Didac y Axel, para ayudarlos a superar la etapa de la integración, sin perder nunca el respeto por sus orígenes.