Resumen
Damián acaba de perder a su madre y su padre ha decidido dejar la casa donde habían vivido hasta entonces y junto a los dos hijos, trasladarse a otra nueva que les ayude a olvidar malos recuerdos. Al variar de domicilio deberán asistir a un colegio distinto, cambio que Damián y su hermano mayor no llevan muy bien. A pesar de todo, el chico se esfuerza por ser bueno para no disgustar a su padre más de lo que ya está por la pérdida sufrida. En esta situación, de modo fortuito, una noche mientras permanece en el interior de la caseta que se ha construido cerca de su vivienda en el extrarradio, junto a la vía del ferrocarril, ve como al paso de un tren, cae por una ventanilla una bolsa en cuyo interior encuentra billetes por valor de más de un cuarto de millón de libras esterlinas. Él y su hermano deciden no contar a nadie lo ocurrido y comienzan a gastarlo, primero de forma alocada y caprichosa, y más tarde también lo reparten entre los pobres, según el ejemplo dado por los santos a lo largo de toda la historia del cristianismo. Los intentos del protagonista por obrar caritativamente están narrados en tono humorístico, lo mismo que las referencias a los ejemplos que sobre esta cuestión encierra el santoral católico. Las disparatadas ideas de Damián y su modo ingenuo de razonar sobre el dinero tienen cierta gracia, lo mismo que las imaginativas peticiones de los numerosos aprovechados que se benefician de la generosidad y buen corazón del chico. Sin embargo, el tinte caricaturesco con que se impregna su afán de hacer buenas obras y la forma irónica y poco respetuosa con que se alude a las acciones que realizaron los santos más conocidos por su desprendimiento, o por haberse mantenido fieles a sus creencias incluso hasta el martirio, pueden confundir al público infantil al que la historia va dirigida.
