Resumen
Nueve días de abril de
Jordi Sierra I Fabra es el sexto episodio de la serie
policiaca protagonizada por el ex inspector de policía
Miquel Mascarell, cuya acción transcurre en Barcelona durante los días 19 al 27 de abril de 1950. La novela se inicia con la inesperada detención de Mascarell para ser interrogado al figurar su nombre en la agenda de un joven, amigo suyo, acusado del asesinato de un diplomático expulsado de la embajada de España en Washington por su conducta irregular. El sospechoso fue sorprendido con el arma homicida en la mano por la hija de la víctima al regresar al domicilio familiar.
El ex inspector, pese a la evidencia de las pruebas en contra, se propone demostrar la inocencia del acusado, de la que está plenamente convencido. Buen conocedor de los bajos fondos de Barcelona por sus experiencias como inspector en tiempos de la Segunda República española, Mascarell realiza sus pesquisas con sigilo y prudencia para no enemistarse con la policía, que le vigilaba por sus reconocidas simpatías hacia el anterior régimen republicano. Avanzadas las gestiones, el crimen adquiere mayor gravedad al descubrirse que el diplomático asesinado, durante su estancia en Washington había facilitado a una bella espía soviética datos sobre los proyectados acuerdos entre los Estados Unidos y España. Mascarell, aunque localiza a los espías soviéticos que se han desplazado a Barcelona, corre grave peligro al ser capturado por estos cuando efectuaba un registro en el lugar donde se escondían. A punto de ser ejecutado, consigue escapar de sus captores y desbaratar los planes tramados por Stalin en su afán de impedir que los norteamericanos establecieran bases militares en la Península. El novelista catalán Jordi Sierra i Fabra (Barcelona, 1947) galardonado con varios premios de narrativa juvenil y de adultos, muestra su acreditada calidad literaria a lo largo de la intriga desarrollada en este sexto título de la serie. Como en los episodios anteriores, se aprecia la actitud de odio violento del protagonista hacia Franco, que acompaña con reiteradas frases mordaces contra la fe cristiana de tono hiriente, al referirse a las supuestas complicidades de la Iglesia y el clero con el régimen vigente en esos años.