Resumen
Los doce cuentos que componen este libro forman una imagen entre irónica y desencantada de los problemas emocionales del norteamericano medio actual. A cubierto de necesidades materiales realmente graves, los protagonistas viven en situación de auténtica penuria espiritual.
La obra gozó en su país de origen de gran aceptación crítica y fue considerada uno de los libros del año cuando se publicó, en 1998. Sin embargo, su intensa impregnación localista hace que, trasplantado a otros ámbitos geográficos y culturales, pierda mucho significado expresivo. La galería de personajes desangelados -maniáticos, depresivos, con bloqueo afectivo o incapaces de relaciones fluidas con la realidad- que desfila por sus páginas induce al desinterés por su agrisada y previsible cotidianeidad. Es cierto que la inercia de sus vidas oculta una aguda intencionalidad crítica o una piadosa y resignada compasión, pero no siempre resulta fácil ni ameno acceder a este propósito si no se conoce bien el entorno ambiental reflejado. La autora tiene una acusada personalidad estilística, una forma peculiar de poetizar el realismo a través de metáforas originales, que determina el acusado atractivo formal de la obra.
Estas páginas reflejan una sociedad en decadencia, aquejada de infantilismo y profundamente desorientada. Los cuentos que aluden a las celebraciones navideñas son especialmente significativos al respecto, en tanto que nadie entiende el sentido de esta fiesta, cuyo origen religioso se ha olvidado. Las actitudes de los personajes indican también su ignorancia moral absoluta, sin que sean necesarios pormenores descriptivos.
