Resumen
Yo conozco el envés de los metales
la frente que aprieta las monedas
para dañar al dolor. Ahora
no sirve ya ningún giro.
Ininterrumpida la ceniza queda
en las muñecas deja intactas las espinas
las seis bayas invernales.
Donde yo no llego es quietud
la hierba que adensa su sien rayada.
Abajo todo sigue
en el suelo recomienza
la caza nocturna
el estallido de los pájaros
su cabeza partida, el espejo movido de prisa.
La captura.