Resumen
Mientras vivió, Gustave Flaubert fue un escritor presente en el huracán de las pasiones públicas; desacreditado por los críticos de la época y por los tribunales judiciales, tuvo en cambio el beneplácito de sus lectores. Después de la publicación de su obra más memorable, Madame Bovary (1857), emprendió una obra histórica, Salambó (1862), que narra la destrucción de la mítica y palaciega Cartago, exhaustiva en sus fuentes, Polibio, Herodoto, San Agustín, Michelet, esta novela ubicada en el marco de las Primeras Guerras Púnicas, muestra a un escritor prodigioso tanto en la creación de escenarios monumentales como íntimos sin incurrir, para fortuna de la trama, en exotismo gratuitos.Con la aparición de Salambó, Flaubert ratificó el magisterio de su primer libro; tanto en uno como en otro, la literatura francesa
del siglo XIX se benefició de una narrativa, exenta de concesiones, donde la condición humana se exhibe desde una
óptica de exploración extrema, al margen de todo tipo de convencionalismos. Después publicará dos obras maestras más, La educación sentimental (1896) y Bouvard y Pécuchet (1881).