Resumen
Bea tiene seis años y su vida era perfecta hasta que llegó Guille, su hermanito, el responsable de que haya dejado de ser la niña mimada. Para ella el pequeño es una molestia permanente pero a la vez que protesta y no cesa de quejarse, quiere también pedir perdón por hacer llorar al niño. Al final, su madre le propone que Guille sea por una vez el mayor y ella la pequeña cosa que su hermano acepta encantado porque entonces será él quien decida a qué juegan. Vistas así las cosas, a Bea la idea ya no le gusta tanto pero se venga diciendo que en su nuevo papel de ser la pequeña, no sabe leer y no puede leerle cuentos a Guille. Al final los dos, cansados de tantos cambios, deciden dejar las cosas en su orden natural y darse un abrazo. El cuento, muy breve y escrito con palabras sencillas, refleja con realismo la problemática del hijo único que deja de serlo a una edad en que ya se había habituado a captar en exclusiva la atención familiar. La autora resuelve la situación de Bea de la mejor manera posible, con una actitud humorística por parte de la madre, ajena a todo dramatismo, que da lugar a una espontánea muestra de afecto por parte de los hermanos, que en el fondo se quieren mucho. El propósito de fondo de la historia, que es el de enseñar a controlar los impulsos y emociones primarios, queda bien conseguido con el ejemplo que da el cambio de postura de la protagonista.
