Resumen
Aunque la obra de Doménico Theotocópuli “el Greco” (1541-1614) ha venido siendo estudiada de forma regular a lo largo de este siglo como una de las figuras capitales de la Edad de Oro de la pintura española, nunca hasta ahora se había abordado la totalidad de su figura y su obra con criterios historiográficos actualizados y modernos. En este libro, Fernando Marías hace una minuciosa reconstrucción de la vida del candiota a partir de la documentación, no demasiado abundante, que se ha conservado sobre él, así como de las hipótesis más probables que pueden formularse desde el conocimiento de su contexto histórico, cultural y artístico. Marías traza un perfil biográfico del Greco partiendo de su condición de artista extravagante, nacido en Creta, criado en la tradición iconográfica y artística bizantina, de adscripción religiosa poco definida -quizá ortodoxo, quizá católico latino-, trasplantado luego a la Venecia y la Roma del Manierismo y el Renacimiento tardío y luego a la España de Felipe II, atraído por las posibilidades que cree ver abiertas con la obra del Escorial, y allí finalmente convertido en pintor religioso, recluido en una ciudad a la que su nombre ha quedado indisolublemente unido pero en la que nunca se llegó a integrar del todo. Al hilo de esa traza de hombre extraño, dado a los pleitos, que nunca dominó la lengua castellana ni estableció buenas relaciones con los artistas toledanos, Marías analiza con criterios renovados sus obras, el verdadero legado del cretense a la posteridad. La biografía de Fernando Marías viene así a actualizar y, en gran medida, a reemplazar a los grandes estudios precedentes sobre la figura de El Greco, como los de Manuel B. Cossío (1908) o Harold E. Wethey (1956), superando los enfoques tradicionales que lo relacionaban con la mística española del siglo XVI o atribuían el peculiar canon de sus figuras a defectos de visión. Para