Resumen
Un periodista que asiste a unos homenajes a García Lorca, mientras espera en un bar paga unos vinos a un vagabundo. El viejo, animado, le relata cómo conoció al poeta y que su muerte no ocurrió en 1936, a pesar de los disparos mortales que recibió.
El autor (Bilbao, 1958) imagina aquí, en un largo soliloquio, tedioso en algunas ocasiones, un final distinto al ocurrido realmente. Ayudado por la luz del amanecer, que da una especial capacidad de percepción provocada por la mezcla de vigilia y alcohol, el viejo vagabundo, con la lengua suelta por las copas, cuenta una larga historia: en agosto del 36 encontró a un moribundo al que cuidó y llevó a un asilo, pero quedó amnésico. Casi treinta años después se lo encontró casualmente y descubrió su personalidad. El relato se alarga con descripciones de escaso contenido y reiterativas, y la ficción, que no recoge ni un solo dato sobre el poeta, carece de vigor, o bien se puede entender que simboliza lo que pudo haber ocurrido a cualquiera de los miles de asesinados en la contienda. Parece que esta novela no persigue más que una rememoración y un entretenimiento en el año en que se celebra el centenario del nacimiento del personaje que la ha inspirado. Esta obra obtuvo el premio novela Ciudad de Barbastro.
