Resumen
El 3 febrero de 2012 Paul Auster (New Jersey, 1947) cumplió sesenta y cinco años. Coincidiendo con esa fecha se publica el libro cuyo título hace referencia al hecho de que al llegar a esa edad se accede al invierno de la vida. La obra se presenta como narración autobiográfica en que el autor se interroga, habla a sí mismo, de tu a tu, en torno a episodios y hechos de su pasado. Los recuerdos le llevan a la época en que se instaló con ánimos de permanencia en viviendas que resultaron de escasa duración o los frecuentes golpes y heridas con que se lastimó en su infancia. Evoca también sus estancias juveniles en Francia, aquel otro accidente de coche que pudo ser muy grave, o las muertes de sus padres. Todo ello compone un largo fluir de sucesos relevantes que se refieren más a la persona que al escritor, aunque sin descuidar del todo su vertiente creadora.
No se trata de unas memorias convencionales y expuestas de modo sistemático, sino de rememoraciones cuyo elaborado desorden logra producir impresión de espontaneidad. Auster acredita en estas páginas el hábil y sugestivo contador de historias que ha sido siempre, convirtiéndose a sí mismo en uno de sus personajes mejor conseguidos y de rasgos más sinceros y convincentes. El tono levemente elegíaco con que afronta la última de las estaciones vitales, produce un efecto nostálgico que acerca al lector a la intimidad del protagonista, en una aproximación de notable efecto literario. La sutil mezcla de anécdotas cotidianas, momentos felices y episodios dramáticos junto a la calidad estilística propia de un autor experto y veterano, garantizan una lectura amena aunque la obra no figure entre las más notables de su extensa producción. Las referencias a su descubrimiento de la sexualidad y su autodefinición como ?solícito esclavo de Eros? revisten carácter de obscenidad cercana a la pornografía.
