Resumen
Esta tercera y última parte de la Trilogía de Nueva York narra la historia de un hombre casado, a punto de tener un hijo y con una copiosa producción literaria inédita, que desaparece sin ninguna explicación. Su mujer encarga al que fuera el íntimo amigo de infancia del marido la publicación de sus escritos y, poco a poco, este segundo personaje va asumiendo la personalidad del primero.
La obra comienza con un planteamiento de tipo policíaco, para derivar después a una intriga psicológica basada en la compleja relación de los dos amigos. A pesar de que la trama es tan tortuosa como la de los dos títulos precedentes, en este caso la acción es más ágil y el estilo resulta mucho menos reiterativo y árido. Hasta la última escena, que justifica el título, los acontecimientos se suceden de modo fluido y, a pesar de la escasez de diálogos, el lenguaje es suelto y de lectura fácil, a pesar de que en la traducción hay americanismos incomprensibles.
El que fuera un niño abierto, un líder nato, se va convirtiendo en un ser huraño y descentrado que busca la muerte porque no soporta la compañía de los demás. En cambio, su amigo, insignificante al principio, alcanza el bienestar y la seguridad, si bien llega a ellos gracias a los éxitos que el otro rechaza al ocultarse. Este juego de trasvase de personalidades es bastante original pero un tanto morboso y da lugar a algunas situaciones de adulterio en las que se manifiesta un claro permisivismo moral, aunque su tratamiento formal no sea obsceno.
