Resumen
El profesor de origen judío
David I. Kertzer (Nueva York, 1948) catedrático de Historia de Italia, galardonado con el premio Pulitzer en 2014 por su obra El Papa y Mussolini, plantea en
El secuestro de Edgardo Mortara un caso que provocó un duro enfrentamiento entre la comunidad judía de Italia y la Santa Sede.
Según los datos presentados por el autor, el 23 de junio de 1858 varios miembros de la Inquisición se presentaron en la residencia de los Mortara en Bolonia con la orden de que les fuera entregado su hijo Edgardo, de siete años de edad para ser conducido a Roma. Ante la negativa de los padres, oficiales de la policía local se encargaron de hacer cumplir la orden, una vez confirmadas las razones por la que los inquisidores habían tomado la decisión. Al parecer, Edgardo, que padeció una grave enfermedad, había recibido años atrás el bautismo de manos de una sirvienta cristiana por considerar que el pequeño se encontraba en peligro de muerte. Conocedores de ese hecho confirmado por la criada, las autoridades eclesiásticas hicieron valer sus poderes para educar al niño en las verdades de la fe católica. Se inicia así un largo proceso en el que intervinieron teólogos y moralistas en defensa de la postura de la Iglesia Católica y abogados y jueces civiles que, con el respaldo de las autoridades judías, representaban a la familia Mortara en sus demandas para que les fuera devuelto Edgardo. El ambiente, enrarecido por las graves diferencias que separaban a los líderes italianos partidarios del Risorgimento frente a la negativa del Papa a renunciar a sus derechos como soberano de los Estados Pontificios, contribuyó a endurecer los términos de la polémica. El autor presenta la intervención del Papa Pío IX como actitud cerril, dictada por una visión negativa, sectaria y cargada de prejuicios anti judíos. Postura compartida por el entonces Secretario de Estado, cardenal Antonelli, que se negó a aceptar las reclamaciones de los Mortara para que le fuera devuelto su hijo. David Ketzer presenta los hechos de modo parcial a través de comentarios y reflexiones que inducen a confusión al lector que no dispone de datos objetivos y bien contrastados. En realidad el secuestro del pequeño Mortara se convirtió, entonces como ahora, en un argumento para demostrar que el Papa Pío IX, temeroso de perder sus privilegios, decidió ejercer sus poderes a costa del pueblo de Israel. Idea que la obra refuerza al considerar a la Iglesia Católica y a la Santa Sede instituciones caducas, opuesta al progreso, a las ideas democráticas y a las libertades representadas por las corrientes de la Ilustración extendidas por Europa. El estilo ágil y la forma convincente de exponer con detalle los sufrimientos de la familia Mortara despierta hábilmente las simpatías del lector hacia unos padres despojados de forma cruel de su hijo menor de edad.