Resumen
En
Mi verdadera historia,
Juan José Millás narra la vida de un chico de doce años que se lleva mal con su padre y piensa en suicidarse, dejándose caer desde un puente elevado bajo el cual pasa una autopista. Antes de cumplir su propósito, para comprobar la trayectoria que seguirá su cuerpo, lanza desde la barandilla del puente una canica de cristal que se estrella contra el parabrisas de un vehículo que en ese momento circulaba por debajo. A consecuencia del impacto, el coche pierde la dirección, salta la mediana y choca de frente con un camión. De la familia que viajaba en su interior mueren los padres y un hijo y una hija se salva aunque gravemente herida. Desde entonces, el protagonista vive agobiado por el miedo y la culpa, sobre todo porque la niña superviviente, al quedar sola va a vivir cerca de su casa, con unos familiares y, al verla todos los días, recuerda el daño que le causó.
La novela muy breve, refleja por una parte el torturado proceso de desarrollo psíquico del protagonista, un hijo único introvertido y carente de amigos, y por otro su creciente obsesión por la chica de cara desfigurada y pierna ortopédica que ha quedado así por su propia inconsciencia. La separación de sus padres termina por desbordar su capacidad de asimilar problemas y se refugia en la escritura, llegando incluso a ganar un premio, y en la compañía de su nueva amiga. A lo largo del tiempo, mientras dejan atrás la adolescencia, la relación entre los dos, ambos de personalidad frágil e insegura, cobra tintes morbosos que llegan a irritar tanto a la madre del chico que lo envía a vivir con su padre que vive en compañía de una joven amante. El protagonista cuenta todas estas desdichadas circunstancias con un humor irónico y resignado, teñido de fatalismo, que resulta abrumador. Al paso del tiempo, la destrucción de su entorno familiar le induce a hallar consuelo en compartir con su minusválida novia una sexualidad angustiosa y desbordada, donde también ella encuentra refugio a la deformación y fealdad de su cara, a la pérdida de su pierna y a su dificultad de movimientos. La acción, que concluye con un final abierto, un tanto escéptico, está técnicamente bien configurada y el estilo, muy fluido y de vocabulario expresivo, se adapta bien en su tono, a la configuración psicológica del protagonista-narrador. Sin embargo, estos aciertos técnicos y formales, propios de un escritor veterano y bastante prolífico, quedan contrarrestados por el nihilismo alienante y un tanto melodramático del contenido, donde no se percibe el menor rasgo de afecto ni de sentimientos nobles.
